Es curioso. Estos tipos y las élites que ellos representan nunca fueron afectos a la democracia, ni han condenado el franquismo, ni estuvieron el la oposición antifranquista. Solo les interesa el poder político y el control de las fuetes de riqueza, pero además, sin ningún escrúpulo, como hemos visto con lo del ladrillo, con su conducta, cobrando dinero negro, no es sólo que cometan un delito, sino que deslegitiman el Estado democrático en el que ocupan las más altas instancias. ¿Qué democracia es ésta? ¿En qué lodazal estamos metidos? ¿Qué basura es ésta? Si el Estado democrático no se puede defender de este cáncer es que esta democracia no sierve para nada.
Es que estos tipos son los hijos, primos, nietos, sobrinos, de todos aquéllos. Y si no de sangre, sí de ideas. Y así nos va.
Una falsa transición que permitió pasar por encima de un río de mierda (perdón) y ahora, en la otra orilla, estamos como estamos, camino de la Edad Media: nobles, clero y plebe.
Por naturaleza, la Fotografía (hemos de aceptar por comodidad este universal, que por el momento sólo nos remite a la repetición incansable de contigencia) tiene algo de tautológico: en la fotografía una pipa es una pipa, irreductiblemente. Diríase que la Fotografía lleva siempre su referente con sigo, estando marcados ambos por la misma inmovilidad amorosa o fúnebre, en el seno mismo del mundo en movimiento: están pegados al uno al otro, miembro a miembro, como el condenado encadenado a un cadáver … La Fotografía pertenece a aquella clase de objetos laminares de los que no podemos separar dos láminas sin destruirlos: el cristal y el paisaje, y por qué no: el Bien y el Mal, el deseo y su objeto: dualidades que podemos concebir, poro no percibir (yo no sabía todavía que de esa obstinación del Referente en estar siempre ahí iba a surgir la esencia que buscaba). Esta fatalidad (no hay foto sin algo o alguien) arrastra la fotografía hacia el inmenso desorden de los objetos. (La Cámara Lúcida)
Sí ha debido fallecer o esconderse bien escondida muerta de vergüenza porque últimamente no se la ve, no.
Besitos
Elysa
5 de febrero de 2013 at 18:25
Es curioso. Estos tipos y las élites que ellos representan nunca fueron afectos a la democracia, ni han condenado el franquismo, ni estuvieron el la oposición antifranquista. Solo les interesa el poder político y el control de las fuetes de riqueza, pero además, sin ningún escrúpulo, como hemos visto con lo del ladrillo, con su conducta, cobrando dinero negro, no es sólo que cometan un delito, sino que deslegitiman el Estado democrático en el que ocupan las más altas instancias. ¿Qué democracia es ésta? ¿En qué lodazal estamos metidos? ¿Qué basura es ésta? Si el Estado democrático no se puede defender de este cáncer es que esta democracia no sierve para nada.
Juan Yanes
5 de febrero de 2013 at 21:43
Es que estos tipos son los hijos, primos, nietos, sobrinos, de todos aquéllos. Y si no de sangre, sí de ideas. Y así nos va.
Una falsa transición que permitió pasar por encima de un río de mierda (perdón) y ahora, en la otra orilla, estamos como estamos, camino de la Edad Media: nobles, clero y plebe.
virgi
6 de febrero de 2013 at 17:31
Hola Virginia. Esa que apuntas es también una de las razones que esgrime Vicenç Navarro en un artículito que acabo de leer en Público (http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2013/02/05/el-extremismo-de-las-derechas-en-espana/), sobre el extremismo de las derechas españolas y la poca calidad de la democracia en España.
Juan Yanes
7 de febrero de 2013 at 0:10
Acabo de leerlo, sencillo y esclarecedor.
Los que lo leen, seguro no son los que podrían hacer algo importante.
virgi
9 de febrero de 2013 at 4:43