Nuevas ternezas del Lobo
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Nuevas ternezas del Lobo
¡Eh, tú, niña, fisquito de nada, pulguita, alfeñique, trocito de rapadura, bichito malo, pequeñaja, melcocha, gusanito rojo! ¿No ves que soy yo, el Lobo Feroz, el que otila obsesivamente tu nombre por las esquinas, tu lobito bueno que se muere por tus cachos? ¿No ves que ando detrás de ti como si fuera el mismísimo Petrarca arrastrándose tras su nínfula que corretea de acá para allá por la Fontaine de Vaucluse? ¿Pero cómo? ¿No te da pena de mí, una especie secularmente acosada por la ignorancia de los hombres y en serio peligro de extinción? ¿De qué sirve tanta cultura literaria, si a la hora de la verdad claudicas ante la versión canónica de los Hermanos Grimm? ¿Para cuándo la emancipación de los personajes de las fábulas y los cuentos? ¡Ven y amémonos y olvidemos la crítica literaria, olvidemos a los exégetas y a sus epígonos y seamos felices! ¿Me oyes, Caperucita? Deberías decirme algo. Te estoy hablando muy en serio.
Juan Yanes
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Un encanto de lectura!
Patricia Nasello
5 de febrero de 2014 at 12:32
Ja ja , qué bueno, Juan, eres total, chiquillo! Además, tengo que apuntar el «otila» ese, jo…
Besos
virgi
5 de febrero de 2014 at 12:41
Gracias Patricia, gracias Virginia. Es difícil encontrar hoy en día, lobos otilando por la ciudad, pero más difícil es encontrar un zorro «tauteando», que de todo hay en la viña del señor. Besos
Juan Yanes
5 de febrero de 2014 at 13:23
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Juan Yanes
12 de febrero de 2014 at 19:36