El oscuro borde de la luz III

(fotos y microrrelatos)

Descubrir el mundo (microensayo majadero)

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Descubrir el mundo

(microensayo majadero)

 

Decía Jean Piaget que todo lo que enseñamos a los niños y a las niñas impedimos que ellos o ellas lo descubran. La infancia es la época de nuestra vida de máxima laboriosidad porque estamos empeñados en descubrir el mundo. Una empresa titánica. Si el conocimiento significativo los adquirimos descubriendo, la enseñanza de ese conocimiento debe propiciar también el descubrimiento. Enseñar, por lo tanto, es poner a los niños en disposición de descubir… Los buenos maestros son aquellos que son capaces de poner (de inventarse, de descubir también ellos) las mejores circunstancias, los mejores medios para que se produzca ese milagro del descubrimiento. Ser maestro no es cascar rollos. Pero no, la evidencia contradice todo esto que decimos, los adultos en general y muchos maestros y maestras, en particular, arruinamos ese impulso por el descubrimiento, porque somos unos plastas aburriendo a la gente con nuestra cháchara y nos encanta comer el coco y escucharnos a nosotros mismos hablar y hablar y no tenemos paciencia para esperar a que la gente descubra las cosas por sí misma. Normalmente lo que te enseñan, te entra por un oído y te sale por el otro. Lo que tú has descubierto, indagando, interrogando la realidad, difícilmente se olvida. Los adultos somos unos majaderos que lo estropeamos todo.

Juan Yanes

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Written by Juan Yanes

22 de marzo de 2014 a 19:08

Publicado en Sin categoría

6 respuestas

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  1. Y si sólo fueran esos nuestros defectos…
    Besos

    (la foto es tiernísima)

    virgi

    23 de marzo de 2014 at 8:05

    • Claro, está también la escuela que pervierte, la que envilece, la que destruye a las personas, la que las humilla… La escuela denostada por Thomas Bernhard… «De todos los funcionarios del Estado los más pervertidos, despues de los jueces, son los maestros…..»

      Juan Yanes

      24 de marzo de 2014 at 2:18

  2. ¡Cuanta razón tienes!…Con la cantidad de cosas creativas que ellos nos enseñan.

    Abrazos

    charo

    23 de marzo de 2014 at 9:13

    • Educar, como un diálogo amoroso, en el que las dos partes dan algo y reciben algo… Creo que era Freire el que decía cosas bellísimas sobre la educación como acto de amor.

      Juan Yanes

      24 de marzo de 2014 at 2:21

  3. Comentario majadero a un microensayo que me encanta:
    Acuerdo en un todo con lo que decís, Juan, pero hay unas palabras que, en verdad, me enamoran “Los buenos maestros son aquellos que son capaces de poner (de inventarse, de descubrir también ellos) las mejores circunstancias, los mejores medios para que se produzca ese milagro del descubrimiento.”
    Allá en la primera juventud yo fui una buena alumna, perdí horas preciosas estudiando materias de las que no recuerdo absolutamente nada. Sin embargo, tal como vos lo expresás con tanta belleza, en aquellas asignaturas que tuve la dicha de tener buenos maestros sé que el conocimiento está ahí, esperando que me interese en él, que lo rescate y amplíe. En literatura tuve pésimos profesores, a tal punto que no me daba cuenta de que eso que yo hacía con deleite, ir a “La Morena” a elegir un libro, era ir a elegir algo de las incontables maravillas que ofrece la literatura.
    Mi mamá era docente, maestra de escuela primaria. Mi mamá es mi mejor maestra: aunque ya no está, las semillas que me dejó aún me “impulsan al descubrimiento”. De no ser así, jamás te habría conocido.
    Un fuerte abrazo.

    Patricia Nasello

    23 de marzo de 2014 at 13:31

    • Hola Patricia. Vamos a ver si este chisme me deja contestar. Ayer lo intnté en vano. Es muy bonito el comentario que haces. Gracias… Cuando daba clase, siempre reservaba un tema para hablar de las metáforas sobre el profesorado… poco a poco fui haciendo una buena colección. Recuerdo una que me llamaba la atención: el maestro o la maestra como perros pastores. Tenía su enjundia: el perro cuida del rebaño, vigila constantemente de los peligros exteriores, mantiene unido el rebaño… etc., lo conduce a los mejores pastos… Llevar a los niños y niñas a «pastar» a los mejores pastos… No es perfecta, la metáfora, pero me gusta mucho. Eso, seguramente, es lo que hizo tu madre contigo. La mía, que no fue maestra, tenía un sentido muy ortodoxo de lo que era la cultura… se sabía de memoria todas las reglas de ortografía, era terrible.

      Juan Yanes

      24 de marzo de 2014 at 11:20


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